
No soy más que una ilusa atrapada entre quimeras, la realidad se empeña en vomitar su inconsciencia!
Quebrando en ínfimos trocitos la caridad y el altruismo.
¡Maldita sea! Y mil veces maldita, sea la gente que se burla de la buena fe de los demás. Me siento estafada, creí que obraba bien y resulta que esa ayuda paraba en manos de los que más tenían.
Y por el mismo lado, ese niño sigue con hambre, alimentando la avaricia de los más desgraciados.
Tus ideales se tambalean, descubriendo que el mundo no es lo que te pensabas.
Aún así, no dejo de preguntarme: ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo ayudar a quien realmente lo necesita? Nadie lo sabe.
Una vez creí, pero los espejismos se desvanecen, ante gritos de agonía, que nunca escucharemos.